Rosquillas (roscos fritos) de leche condensada y limón.
Último día de marzo. Y mi cocina se abre a la repostería de Cuaresma y Semana Santa con estas rosquillas de leche condensada y limón.
Para mí la repostería de esta época es de sartén, a excepción del flan y el arroz con leche, presente en el postre de cada uno de los viernes santos de mi vida.
Ya sabéis de mi respeto por este tipo de repostería.
Os he contado mil veces que mi abuela Magdalena era la reina de los dulces de sartén.
Ella no necesitaba recetas anotadas, siempre las hizo a cabeza, sin una báscula, sólo con medidas, como se hacían las recetas "antiguas" y siempre, siempre, siempre salían bien.
La recuerdo desde mi altura de la infancia, al pie del fogón haciendo bailar la sartén para que sus dulces cogieran volumen.
¡Lo que daría por volver aunque sólo fuera un rato a esa época!
Siendo sinceros la repostería de sartén más que complicada es entretenida.
Necesitas de tiempo y tranquilidad para plantarte delante de los fogones.
Y paciencia.
Porque a la primera vuelta nada sale bien.
Los primeros son de prueba. ¡Siempre!
Y es de obligado cumplimiento abrirlos y ver cómo están por dentro para ir corrigiendo el grosor, la temperatura del aceite o el tiempo que tienen que estar en la sartén.
Una vez des con la tecla ¡el resto se hace de volado y sin casi pensar!
Estos roscos, o rosquillas, como gustéis llamarlos, llevan dos años en borradores.
Los preparé una tarde de abril, en pleno confinamiento de 2020.
Quién me iba a decir a mí que dos años después íbamos a seguir a vueltas con el virus y con problemas para encontrar ciertos productos en los supermercados, pero de este tema ya hablamos la semana pasada y no vamos a seguir dándole vueltas porque desde aquí no se pueden arreglar las conciencias de los demás.
Elena era un pequeña, hacía pocos días que se había soltado a andar y quería correr al par de Lara así que estaba besando el suelo casi todo el tiempo.
Durante el encierro mi madre les hizo unos delantales con un retal de tela de cuadros blancos y turquesas que nos dejó colgados en la puerta de su casa en una de las ocasiones que íbamos a dejarles la compra.
Aún recuerdo aquella sensación de vacío al llegar ante una puerta cerrada y saber que no podía abrirse.
La tarde de los roscos les puse sus delantales de cuadros y ellas se dedicaron a corretear por la casa, lo más lejos posible que las pude mantener de la sartén, porque me da mucho miedo que enreden alrededor del aceite caliente, cosa que llevo grabada a fuego de cuando mi abuela preparaba sus dulces que no nos dejaban estar en la cocina por el riesgo de quemarnos.
Cuando terminé se sentaron delante de la estantería de libros del salón, con una bandeja rebosante de roscos apoyada en las piernas de Lara y les hice unas fotos en las que Elena iba metiendo mano a los roscos.
Los abuelos las veían crecer esos días en fotos y les hacía ilusión saber qué se cocía a sólo unos metros de su casa, pero que en aquel entonces se hacían insalvables.
Hace no mucho volví a ver esas fotos y supe que esta Cuaresma, sí o sí, tenía que publicar estos roscos.
Sé que la harina vuelve a ser noticia porque vuelve a estar agotada en la mayoría de supermercados pero estos roscos no tienen fecha en el calendario y si no los podéis hacer para Semana Santa igual de buenos estarán en mayo.
Sinceramente confío en que las cosas retomen su cauce. Iba a decir normal, pero tal y como estamos desde 2020 yo ya no sé lo que es la normalidad, sinceramente.
Hacer estos roscos no tiene dificultad alguna.
En el paso a paso os he dejado además algunos consejos que os recomiendo leáis tranquilamente antes de hacer la receta.
¡Os aseguro que os saldrán perfectos!
Soy la primera a la que estas masas le dan un poco de miedo si son pegajosas o no se dejan manejar con facilidad.
Pero ya veis que quedan unos roscos perfectos, redonditos, porque la masa no se pega para nada.
Se queda tipo plastilina, y os aseguro que para nada quedan unos roscos duros, sino tiernos y esponjosos y aguantan perfectamente.
Confieso que nos duraron poco.
Fue una época de buenos homenajes dulces por las tardes ¡en algo habría que entretenerse para que las horas pasaran más rápido y fueran menos duras!
Mientras escribo la entrada me ronda por la cabeza la idea de volver a preparar roscos. No sé si estos o la receta de otros cualesquiera que tenga en borradores.
También acepto sugerencias. Si tenéis en vuestros blogs alguna receta que salen buenos a rabiar o apuntada en un cuaderno, de esas que pasan de madres a hijas, soy toda ojos en los comentarios.
Y si os animáis ¡me encantará verlos!
¿Alguien quiere uno?
Ingredientes:
* Una lata pequeña de leche condensada (de 370 a 400 gramos según marcas)
* 4 huevos L
* 32 gramos de levadura química (impulsor) (2 sobres)
* La ralladura de un limón (o de una naranja)
* Harina. La que admita. Necesitaréis de 500 a 650 gramos aproximadamente
* Aceite para freir (el que utilicéis en casa)
* Azúcar y canela para rebozar (la canela es opcional)
Elaboración.
1. En un bol ponemos la leche condensada, los huevos y la ralladura del limón y batimos hasta obtener una mezcla cremosa.
2. Añadimos la levadura y removemos. La mezcla espesará.
3. Comenzamos a añadir la harina, tamizándola, poco a poco y vamos mezclando. Al principio la mezcla es ligera y podemos ir haciéndolo con unas varillas, pero a medida que empiece a endurecer será necesario meter la mano.
4. Añadimos harina hasta obtener una masa que no se pegue en exceso a las manos pero que a la vez nos permita manejarla para hacer las rosquillas.
Sin "miedo" podéis añadir los primeros 450-500 gramos y a partir de ahí ir añadiendo pequeñas cantidades y amasar hasta obtener la textura adecuada.
5. Dejamos reposar al menos media hora la masa tapada con un paño limpio.
6. En una sartén amplia ponemos aceite (yo uso de oliva, pero aquí cada cual que use del que tenga en casa o le guste) y además preparamos una bandeja con papel de cocina para absorver el exceso de aceite de las rosquillas una vez fritas y un plato con azúcar y si nos gusta un poquito de canela.
7. Ponemos la sartén al fuego, no demasiado alto (yo puse 5 de 9 que alcanza mi placa) y nos ponemos un poquito de aceite en las manos, lo que hará que podamos darle forma sin complicaciones a la masa.
8. Cogemos porciones pequeñas y hacemos rulitos no muy gruesos, como mucho de un centímetro de diámetro y unimos las puntas presionando para que no se vea por dónde unen. Los ponemos en el aceite que debe estar caliente pero no demasiado para evitar que se quemen por fuera y se queden crudos por dentro.
Les damos la vuelta para que se hagan por ambos lados y cuando estén dorados los sacamos y dejamos sobre el papel de cocina que habíamos preparado.
9. A continuación pasamos por azúcar y canela (o sólo azúcar)
Continuamos hasta que no quede masa.
Consejos:
- Cuando hagamos las dos o tres primeras os aconsejo abrir una y comprobar si por dentro están fritas o un poco crudas. Así podemos rectificar y tener el aceite menos fuerte o hacer nuestras rosquillas más finitas.
- Hay que tener en cuenta que se hinchan al freír así que no es necesario hacer los aritos de masa cruda muy gruesos ya que en ese caso no se harán bien por dentro.
- Si el aceite está muy caliente se quemarán por fuera y quedarán crudas por dentro, si está muy frío se quedarán empapuchadas en aceite.
- La sartén no tiene que ser muy grande, lo justo para tres o cuatro rosquillas. Si las hacéis solas es mucha tarea darles forma, freír, sacar, rebozar... así que no se puede tener muchas al fuego a la vez.
- Paciencia, sobre todo paciencia, tanto para hacer la masa como para freírlas. Al principio es cuestión de probar con el grosor y la temperatura del aceite, así que no valen prisas ni frustraciones. Las primeras saldrán regular, pero la quinta o la sexta ya serán estupendas y de ahí en adelante sólo cabe ir mejorando.
6. En una sartén amplia ponemos aceite (yo uso de oliva, pero aquí cada cual que use del que tenga en casa o le guste) y además preparamos una bandeja con papel de cocina para absorver el exceso de aceite de las rosquillas una vez fritas y un plato con azúcar y si nos gusta un poquito de canela.
7. Ponemos la sartén al fuego, no demasiado alto (yo puse 5 de 9 que alcanza mi placa) y nos ponemos un poquito de aceite en las manos, lo que hará que podamos darle forma sin complicaciones a la masa.
8. Cogemos porciones pequeñas y hacemos rulitos no muy gruesos, como mucho de un centímetro de diámetro y unimos las puntas presionando para que no se vea por dónde unen. Los ponemos en el aceite que debe estar caliente pero no demasiado para evitar que se quemen por fuera y se queden crudos por dentro.
Les damos la vuelta para que se hagan por ambos lados y cuando estén dorados los sacamos y dejamos sobre el papel de cocina que habíamos preparado.
9. A continuación pasamos por azúcar y canela (o sólo azúcar)
Continuamos hasta que no quede masa.
Consejos:
- Cuando hagamos las dos o tres primeras os aconsejo abrir una y comprobar si por dentro están fritas o un poco crudas. Así podemos rectificar y tener el aceite menos fuerte o hacer nuestras rosquillas más finitas.
- Hay que tener en cuenta que se hinchan al freír así que no es necesario hacer los aritos de masa cruda muy gruesos ya que en ese caso no se harán bien por dentro.
- Si el aceite está muy caliente se quemarán por fuera y quedarán crudas por dentro, si está muy frío se quedarán empapuchadas en aceite.
- La sartén no tiene que ser muy grande, lo justo para tres o cuatro rosquillas. Si las hacéis solas es mucha tarea darles forma, freír, sacar, rebozar... así que no se puede tener muchas al fuego a la vez.
- Paciencia, sobre todo paciencia, tanto para hacer la masa como para freírlas. Al principio es cuestión de probar con el grosor y la temperatura del aceite, así que no valen prisas ni frustraciones. Las primeras saldrán regular, pero la quinta o la sexta ya serán estupendas y de ahí en adelante sólo cabe ir mejorando.
No es una receta complicada, sólo requiere tiempo.
Y os aseguro que ¡volarán! ¡Advertidos estáis!
Gracias a todos una vez más por vuestras visitas y comentarios. Sabéis que tengo rachas intensas en casa y en el trabajo y no siempre puedo visitar y comentar vuestros blogs, por eso agradezco tanto el cariño que recibo cada semana.
Las niñas están más o menos bien. Siguen con tos, pero una vez tenemos tocado el pulmón la tos perdura al menos quince días, así que lo llevo con resignación.
Es complicado en este tiempo librarse de virus. Y las aulas siempre han sido un caldo de cultivo para estas cosas.
Afortunadamente Elena es menos propensa a cogerlo todo. Parece mentira que las dos estén criadas de la misma manera y en la misma casa.
Es más, quizá a Elena se le ha hecho menos caso, ha estado entre menos algodones por eso de ser la segunda y ya venir de vuelta de la maternidad. Se ve que es más superviviente.
Nos leemos el jueves próximo ¡que ya tenemos las vacaciones de Semana Santa a la vuelta!
Manos a la masa y ¡bon appétit!
Las frutas de sartén las hemos esperado como agua de mayo de manos de nuestras abuelas y madre. Lo curioso es que nunca las veía pesar, ni medir nada, si acaso con la mano o con la cáscara del huevo. Los roscos fritos son una de las joyas cuaresmales por excelencia, todos los que he probado me gustan y los tuyos con leche condensada no lo iban a ser menos. Te quedaron espléndidos en su tiempo, ahora deberías hacerlos de nuevo, cambiando algunos ingredientes para poderlos publicar en el blog también. Algunas nos conformamos con verlos.
ResponderEliminarUn beso.
Tu post de hoy ha sido para mi un viaje a mi infancia. Me has recordado las tardes con mi abuela y mi tía haciendo roscos (ellas, haciendo roscos, yo, dando sorbos a escondidas del tesoro, ese bote de leche condensada que sabía a gloria, jajaja).
ResponderEliminarEspero que las nenas terminen de mejorar. Yo tengo a mi chica-no-tan-chica (13) en casa por un virus gastrointestinal y ahora está a tope de exámenes. Pero bueno, poco a poco.
¡Un abrazo!
Cuca hija mía, no sé cómo te las apañas, entre una cosa y otra, y encima tener los borradores del blog con estas maravillas guardadas dos años, yo no soy impaciente, al contrario, pero te aseguro que cuando cocino algo que me hace perder la cabeza, me pongo como loca y no paro hasta compartirlo, jajaja..., bueno, por eso quizás sea que siempre tengo algo guardado en borradores, no te lo voy a negar, y al final no llega nunca la hora de compartirlo, pero chica, si yo hubiera tenido semejante joyita, como tus roscos, es que lo hubiera compartido el mismo día, trabajo me hubiera costado contenerme hasta el domingo, mi día de publicación.
ResponderEliminarDices que si tenemos una receta recomendable, que te lo digamos, pues yo tengo la receta perfecta para ti, publicada en De Buena Mesa, unos Roscos de Mandarina y Canela, que quitan el sentío, además son tan rápidos y fáciles de preparar, que lo haces incluso mientras se calienta el chocolate, obligatorio para disfrutar de una merienda de Cuaresma, como Dios manda, jajaja...
Aquí no ha habido carencia de ningún tipo en los supermercados, quizás porque como hay tantos, lo que no encuentras en un sitio, lo hay en otro, pero ya te digo, yo no he variado mi rutina de consumo, y tampoco he hecho acopio de nada extraordinario, ni siquiera aceite de girasol, entre otras cosas porque nunca lo compro.
Besos, me alegra saber que las pequeñas princesitas brillan como un par de soles.
Hola que ricos estan los roscos fritos, con leche condesada no los he prbado pero se ven tiernos y rico besitos
ResponderEliminarYo creo que los dulces de sartén tienen su arte como los de horno. Es cuestión de muuuuucha práctica y paciencia para pillarles el punto y a mi pensar mucho más entretenidos que los de horneo. Aquellos tiempos casi vistos desde aquí los veo relajados porque no se suponía que teníamos que tener el ritmo a tope con miles de limitaciones y obligaciones que nos traen de cabeza desde entonces. Recuerdo aquellas tardes donde no había cole, donde las meriendas eran un momento de pausa para todos y anda que no tuvimos todos homenajes dulces. Mira que con el follón de abril 2022 por delante hecho en falta abril 2020...
ResponderEliminarEstas rosquillas me parecen deliciosas, yo soy fan de los buñuelos de viento catalanes, parecen bolitas de aire ligeras ligeras (bueno de aspecto porque directos al culo y donde toque jajaja).
Un abrazo.
Palmira
Hola Cuca, tus rosquillas tienen una pinta bárbara y no me hubiera importado probarlas, ya que las frutas de sartén son la excepción que confirma la regla de mi escasa afición a la repostería jajaja. Espero que tus niñas sigan mejorando. Bss.
ResponderEliminarMe encantan las rosquillas, pero esta variedad aún no las he probado. Tomo nota!
ResponderEliminar¡ayyy! Cuca! esas abuelas (y a mi edad también las madres) cuanta imaginación y desparpajo tenían en la cocina que ni median e incluso con pocos ingredientes hacían maravillas, creo que todas tenemos esos recuerdos guardados en nuestro interior hasta olores que nos transportan a esa infancia tan bonita y lejana. Una rosquillas para darse un buen atracón y luego arrepentirse jajaja. Buen día wapisima besinos
ResponderEliminarMe encantan estas rosquillas fritas!! En casa las hago mucho, sobre todo la receta de mi madre y abuela, es la que más gusta en casa, y auqnue tengo varias diferentes en el blog, las de mi abuela es la que se repite cada año. Se ven muy ricas las tuyas, ideales para la merienda!! Un besito.
ResponderEliminarA mi me encanta todo, y llegada la Semana Santa, tocan dulces de eso: semana santa
ResponderEliminarComo me gustan las rosquillas Cuca, y como me conozco no las hago mucho, porque son un vicio que es visto y no visto en mi casa y no estamos para abusar de los fritos que después llegan los análisis y todo son disgustos, jajaja. Los recuerdos con las abuelas son los más dulces, mi abuela siempre tenía rosquillas cuando íbamos a merendar, que pena que en aquellos tiempos ni se me pasaba por la cabeza quedarme con la receta, muchas veces me acuerdo de cuantas recetas se perdieron con nuestras abuelas que todo lo hacían de memoria.
ResponderEliminarUn besito corazón y feliz semana.
Hola! hace siglos que no hago rosquillas, me encantan. Las hacia siguiendo la receta de mi abuela, pero nunca me salieron igual. Muchas gracuias por la receta, me la apunto para ver como me salen estas. Besos
ResponderEliminar¡¡Hola Cuca!! No se puede negar que estos roscos tienen una pinta estupenda. Se ven muy apetecibles, así tan gordotes, que hasta yo, que no soy de este tipo de dulces, los probaría con ganas, para saber qué tal están. Además, me encanta el sabor de la leche condensada, aunque ésta, es de las pocas cosas de este tipo que no me puedo comer a cucharadas, es demasiado empalagosa, pero cuando va como ingrediente, me gusta bastante. La verdad, es que ya les tocaba a los pobres roscos salir de borradores, pues con esa pintaza, antes deberían haber visto la luz. Pero ya sé que las cosas que son para unas determinadas fechas, no siempre viene bien publicarlas en ese momento.
ResponderEliminarEn mi casa se hacen los típicos roscos, muy parecidos a los que tú ya publicaste una vez. Se hacen por Semana Santa y desde que mi madre no está, son ellas las encargadas de hacerlos. Además, se hacen siempre un montón, para que duren días. A mí, como no me matan, comía alguno recién hecho y poco más. Para mi gusto se ponían duros muy pronto, así que se agradece que estos que nos traes no pongan duros tan rápidos. Por cierto, no he vuelto a comer roscos desde hace muchos años, pues en Semana Santa, ya no suelo ir a mi casa, nos vamos a Valencia a pasarla allí, ya sabes, alejada por completo de las procesiones y todo eso, ja, ja. Bueno, donde vivo ahora, tampoco hay, pero donde vive mi padre sí, es donde descubrí qué era una procesión y todo lo que conlleva.
Por aquí sigue faltando la sal, no sé si falta algo más, pues leche hay poca, pero hay, al igual que el aceite de girasol, poco pero queda en los estantes. Justo anoche, cuando hice la comida para hoy, terminé la que tenía (aunque aún me queda sal rosa del Himalaya, que la uso para la ensalada y sal en escamas, que la suelo usar para los productos asados, como carne, verduras o sardinas). Hace un ratito, que he hecho la comida para mañana, ya no tenía nada y he hecho pollo a la olla y he cogido sal que tengo para hornear y la he machacado para hacerla fina, pero no sé, ya veremos mañana como está la comida. lleva también antiaglomerante, y se me ha quedado con un aspecto como mojado al triturarla con la batidora. Si veo que no me gusta el resultado, usaré la del himalaya hasta que la termine, que de esa aún me queda un poco. No uso tampoco mucha sal, pero no me gusta sin nada de sal. Yo sólo compro los paquetes de medio kilo, precisamente porque duran mucho, pero me ha pillado esta vez sin uno de repuesto. Iremos tirando así, supongo que tarde o temprano, tendrán que traer de nuevo.
Bueno, Cuca, hoy te dejo ya, espero que Lara pronto esté mejor y venga pronto el sol y el calor y se vayan ya todos los dichosos virus. Besitos.
¡Hola!
ResponderEliminarSe ven muy ricas las rosquillas, en mi país se les dice "donas". Y siempre se me han hecho difíciles de hacer :( pero seguiré tus consejos.
¡Un beso!
Hola Cuca!
ResponderEliminarQué ricos te han quedado estas rosquilla. Años que no las como.
Y cómo sigamos así, con las estanterías vacías de harina pocos dulces vamos a preparar.
Por suerte mi marido me pudo traer el lunes 2 paquetes de kilo, lo que te permiten comprar. Espero que estos 2 kilos me llegue para más cositas, ya que me estoy aficionando últimamente a la repostería.
Hoy es el primer día de abril y aquí nos ha entrado con agua-nieve y unas temperaturas muy bajas.
Esperemos que no dure mucho.
besos y a seguir cuidándose ♥
Se ve muy rico
ResponderEliminarSaludos
Tienes razón Cuca estos días son recetas de sartén y las rosquillas no pueden faltar, cada vez hago menos fritos pero estos días hay que darse el gustazo.
ResponderEliminarbess
Estos rosquitos deben de estar de muerte con ese toque de leche condensada. Me encantan, querida Cuca. Besos
ResponderEliminarCuca primero decirte que son unos roscos geniales y se ven exquisitos, voy a tener que intentar hacer tus roscos. No te preocupes por lo de las visitas a los blogs, todos entendemos como es la cuestion entre la racha de trabajo y la familia, yo ando en las mismas. Me alegra saber que tu familia esta bien.
ResponderEliminarBesos
Hola Cuca. Aunque un poco tarde paso para disfrutar de tu nueva entrada muy acorde con los días que se acercan.
ResponderEliminarDías que si antes eran de recogimiento ahora lo son de esparcimiento, eso si , con limitaciones, que si antes eran de poco gasto ahora se dispara y no por nuestra culpa sino por la quien está en el gobierno. Tal y como está la situación, colas en las gasolineras, precio de la luz sube sin parar, precio de los productos suben como la espuma pero de todos esos males él no tiene la culpa, la culpa como siempre es de otros, cuando no es el virus es Ucrania y cuando no los extraterrestres. Valiente desgracia nos ha caído. Y como si aquí atáramos a los perros con longanizas este nefasto presidente tal y como estamos ha decidido renovar la flota de coches oficiales por un valor de 620 millones de euros. Este personaje cuadra a la perfección las cuentas del Gran Capitán, que contestó a la pregunta del rey Fernando el Católico de que en que se había gastado el dinero siendo su respuesta« en picos, palas y azadones, cien millones». Obviamente no creo que este personaje sepa lo que es un pico o una pala ni por supuesto de economía, pero si que que sabe de coches y de vuelo en Falcon. A eso se llama aprovechamiento.
Y mientras el resto de mortales haciendo cola en gasolineras, en panaderías, en farmacias y observando como sube el IPC y como bajan en comparación los salarios. Tenemos lo que queremos.
A mí me gustaría probar al menos uno de estos roscos, solo los he hecho en dos ocasiones, unos de anís y otros al estilo del pueblo de mi suegra, y en ninguno de los dos casos llevaban leche condensada.
Porque de lo que no tengo la menor duda es de que tienen que estar exquisitos.
Me alegro mucho de que las niñas vayan bien, con estos cambios de tiempo en los colegios los contagios están al orden del día.
Un abrazo.
Siempre me han gustado mucho las rosquillas, me parecen un dulce tradicional pero que nunca pasan de moda y del que nunca te cansas, y éstas con el toque de leche condensada me encantarían. Un beso.
ResponderEliminar¡¡Hola Cuca!! Se ve que la repostería te viene de genética, teniendo una abuela que controlaba los riquísimos dulces tradicionales.
ResponderEliminarHarina la que admita, es un rasgo que define a varias generaciones; sus recetas eran a ojo y utilizando el cascarón de huevo, no había más.
Tus roscos se ven geniales, y con el toque de la canela mejor.😋😋 Te veo más apasionada por la repostería de horno; vamos que hacer una tarta te produce felicidad.😊😊
Tienes mucha razón, Lara ha abierto camino tanto a vosotros como padres, y no digamos a su hermana Elena, que en algunos momentos vivirá de la renta.😊😊 Espero conocerlas antes de que vayan a la universidad, ya sabes que tenemos algo pendiente.
Feliz finde. Bstes.😘😘
Hola Cuca. Igual soy la única que no tiene tradición de dulces de sartén. En mi familia, como imagino, que solía ocurrir en muchas valencianas, en Cuaresma y Semana Santa, se preparaban más recetas saladas (bacalao mucho) y era en Pascua cuando los dulces, especialmente "la mona", nos inundaban la casa y el campo de olores y sabores que no se olvidan.
ResponderEliminarMe has hecho viajar a hace dos años, pero te sorprenderá si te cuento que debido a que ayer se me destrozó el móvil y tuve que encender otro más antiguo, me encontré con fotos de justo hace dos años. Ha sido una sensación extraña porque parece lejano y a la vez, para mí es como si mi mente no se hubiera desconfinado del todo.
Tus niñas estarán preciosas con esos delantales y tu mesa olería a gloria, por lo tanto, seguro que si los repites, los disfrutan más porque ya son más mayores.
Aquí no hay problemas, falta leche gallega y poco más. Tengo harina en abundancia porque la compro en una harinera valenciana y me la traen en sacos de 5 kgs que duran mucho.
Si pudiera comerme uno de tus roscos, con leche condensada (mi vicio), cuánto lo disfrutaría.
Espero que sigáis bien.
Un beso grande.
Cuca, en casa también recuerdo haciendo unos roscos similares a mi madre y a mi tía Ramona pero en Navidad, desgraciadamente nunca guardé sus recetas, aunque también les iba mucho eso de hacerlos a ojo... Por Semana Santa solo recuerdo que hacían el arroz con leche. El caso es que tú has tenido estos roscos gurdados durante bastante tiempo, pero finalmente han salido a la luz acompañados de todos esos recuerdos, los de antes y los más recientes.
ResponderEliminarSolo te puedo decir que el aspecto final de estos roscos es inmejorable.
Abrazos y buena semana!
Hola Cuca !
ResponderEliminarCreo que todos o la mayoría de nosotros tenemos recuerdos con nuestros seres queridos acerca de estos postres de sartén . De mis abuelos no, pero de mi madre sí que la recuerdo cuando yo era niña preparándolas a ojímetro y le salían perfectas, como nos gustaban y siguen haciéndolo, cada vez que las preparo que es a lo largo del año, me evocan aquellos buenos recuerdos de infancia.
En el blog tengo varias recetas , todas riquísimas , por si te pueden servir .
Qué guapas estarían las peques con ese delantal hecho por su abuela.
Es maravilloso crearles estos momentos que perdurarán en su memoria.
Me llevo un rosco , qué rico , mmmm...
Un abrazo.
Qué ricos roscos!!! Mi madre y mi abuela tambien lo hacían todo "a ojo" y menudas recetas ricas les salian.
ResponderEliminarBesitos fuertes
Muy ricos❤
ResponderEliminarHola Cuca ,estos roscos tienen una pinta estupenda ,yo acabo de hacer a mis chicos las rosquillas de anís ,que ya llevaba Alberto un tiempo pidiendolas y yo las pase a gramos para el blog pero en mi casa mi madre y mi abuela siempre era en tazas y harina la que admita y claro mis hermanas y yo teníamos la misma costumbre , con leche condensada tienen que estar de vicio
ResponderEliminarbesitos
Ay Cuca! al ver los roscos me has traído muy buenos recuerdos. De repente me he ido a la cocina de mi abuela, a las tardes enteras con las masas y el perol lleno de aceite para freírlos. La matalauva, la piel de naranja y limón..., qué olores, qué tiempos!
ResponderEliminarTus roscos me parecen maravillosos. Con leche condensada no los he probado nunca, pero estoy segura que deben estar de vicio, tanto que me apunto la receta!
Un abrazo!
¡Hola! ^^
ResponderEliminarMi abuela hacía unas rosquillas muy parecidas (aunque sin leche condensada), y recuerdo que nos encantaba comerlas recién hechas, cuando todavía estaban blanditas :)
Besos!