Bizcocho de plátano con el corazón de chocolate

El domingo recibimos al otoño. Eso dice el calendario porque ¡menudo calor nos está acompañando en los últimos días de Septiembre! No me parece justo empezar el mes con lluvias y bajada de temperaturas, lo que precipitó el cierre de la piscina de nuestro club de campo y que ahora vayamos con el mercurio hacia arriba ¡y yo asándome de calor! 

A ver si octubre es clemente conmigo y suaviza el ambiente.

Mi pobre niña lleva desde agosto preguntando cuándo habrá castañas. Es increíble que se acuerde de eso. El año pasado, los fines de semana de otoño por la mañana mi marido se la llevaba un rato al  parque mientras yo a toda prisa hacía lo mínimo en casa y poder pasar el resto del día con ella.

A la vuelta recogían las castañas que se encontraban por la avenida en el suelo. Hace no muchos años reformaron la calle y nos pusieron unos castaños un poco "extraños" cuyas castañas podéis ver en las fotos de esta tarta de chocolate y castañas.

Los vecinos aseguran que son muy amargas y nadie las coge, pero Lara las iba recogiendo e hicimos un bonito centro de mesa otoñal.

Su carita de felicidad era increíble cada vez que llegaba a casa y se llenaba las manitas de castañas que me daba con toda la ilusión del mundo.

Por eso me sorprendió mucho que una mañana de agosto me preguntara por las castañas cuando pasábamos bajo los árboles. Le expliqué que las bolitas verdes que venía contenían las castañas y había que esperar a que se abrieran para recogerlas.

Que sí, que no sirven para nada, más allá de decorar la casa y servirme para las fotos ¡pero me hace mucha ilusión! Y a ver si poco a poco a Lara le gusta el otoño tanto como a mí.

Para dar la bienvenida al otoño había elegido un bizcocho puesto que en las primeras semanas comenzaba a refrescar y poco a poco regresan las ganas de encender el horno. Con las temperaturas de los últimos días no es que sea la mejor idea, pero si lo preparamos temprano o cuando ha comenzado a refrescar por la tarde-noche no convertiremos nuestra cocina en un infierno. 

Además quería publicar ya esta maravilla que lleva esperando en borradores más de año y medio. Es una de las últimas recetas de bizcocho que preparé hace dos primaveras y se quedó en borradores esperando días más fresquitos, pero cuando llegó el otoño ahí se quedó esperando y mira que no faltaron alicientes para animarme a sacarla a la luz.

Hace ya casi un año mi amiga Marina publicó la receta de su Cake Marbré y en comentarios le dije que tenía en pendientes de publicar un bizcocho que era casi primo hermano del suyo. Y el "casi" era porque yo quería un marmolado al uso, pero por "inventar" al final quedaron dos masas prácticamente separadas y casi me sale un bizcocho "mágico" o de esos invertidos que en tantos blogs hemos visto.

Me dije que tenía que publicarlo cuanto antes, pero se fueron cruzando otras recetas ¡y hasta la fecha!

Así que hoy le ha llegado el turno sí o sí, que más tarde apatecen las recetas con los productos del otoño, nos acabamos metiendo en navidad y el pobre bizcocho en borradores ¡con lo bueno que está!

En casa nos duró un suspiro, creo que es uno de los bizcochos que más rápido hemos devorado y es que la combinación de plátano y chocolate es sublime. La jugosidad que le aporta la fruta a las masas junto con la untuosidad del chocolate para mí dan lugar a un bocado irresistible.

Y sí, lo dulce me ha dado un poco de asquito en los primeros meses de embarazo. Y el chocolate ha vuelto a revolverme el estómago tal y como me pasó en el embarazo de Lara, pero como para cabezotas las hormonas cabezota yo ahí estaba insistiendo hasta que la tontería se ha pasado.

Yo creo que las fotos del corte hablan por si solas. Es una masa jugosa, suave, esponjosa, tremendamente cremosa en la parte del chocolate... ¡una maravilla!

Y para dar salida a esos plátanos que a veces por avatares del destino quedan olvidados en el frutero o que rápidamente se maduran por una ola de calor ¡es único!

Porque en casa los plátanos nunca sobran, pero como por lo que sea se pongan maduros (y no hablo de esos negro que da casi pena verlos por fuera, sólo un poquito maduros) mi costillo ya no los quiere. Él necesita que estén casi verdes y yo así no los quiero. Con lo opuestos que somos para la mayoría de las cosas aún me pregunto cómo seguimos casados ocho años después.

Así que ya sabéis, si tenéis unos plátanos tristes en el frutero o si necesitáis que en casa coman más fruta pero para ello tenéis que camuflarla ¡esta es vuestra receta!

¿O acaso aún lo dudáis a ver estas fotos del corte y el trozo que tengo listo para compartir con vosotros?

Ingredientes:

* 5 plátanos maduros (350-370 gramos ya pelados)
* 2 huevos

* 50 ml de aceite de girasol

* 60 ml leche (semidesnatada)

* 100 gramos de miel

* 100 gramos de harina integral

* 150 gramos de harina de repostería

* 1 sobre de levadura química (impulsor)

* 50 gramos de cacao en polvo sin azúcar añadido

* 50 gramos de preparado en polvo para batido de vainilla (se puede sustituir por 50 gramos de harina y una cucharadita de esencia de vainilla)

* Un puñadito de perlas de chocolate

Elaboración.

1. En un bol ponemos los plátanos pelados y los machacamos con ayuda de un tenedor. Cuando más maduros estén más sencillo será y más sabrá nuestro bizcocho a plátano.

2. Añadimos los huevos junto con la miel, el aceite y la leche y batimos hasta obtener una mezcla homogénea.

3. Por último incorporamos la harina y la levadura química y mezclamos.

4. En otro bol ponemos aproximadamente un tercio de nuestra masa y le añadimos el cacao en polvo y tras batir y obtener una deliciosa masa chocolateada le ponemos las pepitas de chocolate.

5. En la masa del plátano ponemos el preparado en polvo para batido de vainilla. Si no tenemos lo sustituimos por harina de repostería y una cucharadita de esencia de vainilla.

6. Untamos con mantequilla o forramos con un papel de hornear el molde que vayamos a utilizar y vertemos la mitad de la masa de plátano, por encima la masa de chocolate y cubrimos con el resto de masa de plátano.

7. Introducimos en el horno precalentado a 180º C y horneamos unos 45-50 minutos o hasta que al pinchar en el centro con una brocheta de madera esta salga limpia.

8. Dejamos reposar cinco minutos con la puerta del horno entreabierta, sacamos y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.

Podremos desmoldar justo al acabar de hornear si hemos usado un papel de hornear, en caso contrario deberemos esperar ya que el bizcocho es muy frágil recién horneado y corremos el riesgo de destrozarlo.

Para conservarlo lo envolvemos en film transparente una vez esté frío o muy templado y al frigorífico con él. Llevando fruta es la mejor manera de evitar sorpresas desagradables, más si sigue haciendo calor porque se pondrá malo enseguida.

Veréis cómo se conserva muy jugoso hasta el final pero ¡ojo!  que quede muy bien envuelto cada vez que cortemos un trozo o correremos el riesgo de que el frigorífico lo reseque.

Que mi señor esposo es un virtuoso en el tema de birlar trocitos de bizcocho pero un auténtico patoso en envolverlo de nuevo muy a pesar de mi furia titánica cuando lo descubro. Es por eso que tengo que hacer patrulla de control un par de veces al día para evitar que se reseque.

Con esta receta vuelvo a participar este mes en el proyecto 1+/-100, desperdicio 0 de mi amiga Marisa porque esta receta surgió de la necesidad de dar salida a unos plátanos que ya nadie quería y porque no puede ser que no haya propuesto ninguna receta desde que volví de mis vacaciones.

Quiero agradecer a todos los mensajes de cariño que me dejásteis la semana pasada en el blog cuando compartía con vosotros la noticia de mi embarazo. Me siento afortunada de contar con vosotros.

Esta semana he vuelto a trabajar con jornada partida y me está costando bastante estar mañana y tarde sentada en la oficina. Esta segunda barriga salió muy pronto. La ginecóloga dice que es algo normal ya que mi cuerpo salió hace no mucho de otro embarazo y cuesta menos que se haga a la nueva situación.

Sin embargo molesto es un rato porque me veo enorme (aunque a estas alturas he hecho menos peso que en el embarazo de Lara en la misma semana) y con cierta limitación de movimientos que tuve más adelante. Ya sé que cada embarazo es un mundo, pero las comparaciones son inevitables.

Como anécdota os contaré que el ombligo ya lo tengo hacia fuera y el otro día me ve Lara salir de la ducha (cuando tienes niños la intimidad pasa a ser completamente nula y a estas alturas prefiero dejar la puerta del baño abierta a que la esté aporreando mientras estoy en la ducha) y se preocupa mucho porque no tengo ombligo.

Le explico que es porque el bebé empuja desde dentro pero que cuando salga el ombligo de mamá volverá a su sitio. Entonces me mira muy seria y me dice "no te preocupes mamá, que si no yo te compro otro" ¿es o no para comérsela?

Por supuesto cada vez que se acuerda tiene que volver a mirarme la barriga y me recuerda que ya no tengo ombligo.

Por no hablar de su afición a poner sellitos de colores (en la guardería le ponen un sello en la mano cuando comen bien) y su futura hermanita no iba a ser menos y me los pone en la tripa.

 Gracias por seguir visitando cada semana mi cocina virtual, es un placer contar con amigos como vosotros.

Manos a la masa y ¡bon appétit!