El calor ha llegado y parece que pretende quedarse con nosotros.
Demasiado temprano para mi gusto. Las horas para utilizar el horno empiezan a contarse con los dedos y aún faltan seis largas semanas para empezar a disfrutar de mi deseado horario de verano y salir pitando de la oficina a las tres. Las tardes se hacen interminables en mi despacho y aunque trabajo no me falta (estamos en plena liquidación de las declaraciones de renta) las ganas y las fuerzas flaquean.
Prefiero no pensar en el paso del tiempo porque esta es la última receta del mes de mayo y en menos de un mes se celebra la fiesta de fin de curso de la guardería de Lara ¡¿cómo es posible que haya terminado su primer año escolar?!
Si hace nada era yo la que contaba con alegría la proximidad de las vacaciones de verano desde mi pupitre del colegio ataviada con mi uniforme azul marino y de repente me veo preocupada por su función escolar y por saber qué tengo que preparar para su actuación y el aperitivo que se toma después ¡ya os contaré cuando sepa más cosas!
Antes de que el calor haga agobiante la vida dentro de casa y os dé pereza entrar en la cocina quiero tentaros con esta receta fruto de la más pura gula que se pueda imaginar.
Si un brownie es de por sí pecaminoso ¿qué tal si le añadimos una base de galleta? ¿y si de paso le terciamos un bote enterito de dulce de leche? ¿y si además le ponemos trozos de galleta?...¿y si terminamos con una subida de azúcar? ¡no! hasta ahí no vamos a llegar a no ser que seamos tan brutos como para zamparnos la mitad de esta maravilla ¡que por ganas no va a ser!
El detonante, como siempre en los últimos meses, un bote de dulce de leche que llevaba bastante en los armarios de la cocina a la espera de hacer alfajores. Hace mil años que quiero preparar alfajores rellenos de dulce de leche, me hago con un bote, pasa un día tras otro, y al límite de la fecha de caducidad termino usándolo para otra receta si es que no acabamos con él a cucharada limpia.
Aunque ya van quedando menos cosas en los armarios de la cocina y empiezan a verse huecos os aseguro que tengo reservas para seguir reposteando durante un tiempo y es que he sido demasiado hormiguita y he caído repetidas veces en las ofertas del LIDL ¡qué tentador es todo lo que traen! y cada vez que vamos a algún sitio ¡cargada que me vengo de productos típicos! y si alguien va de viaje ¡más cositas de comer que acaban en mi casa! Lo que no me explico es cómo no termino redonda, pero no será hoy cuando os cuente mi truco para no caer en la tentación, ese lo dejo para otra entrada.
La caja de galletas también estaba en la cocina. De hecho escondida para que mi marido no se la comiera porque hacía tiempo que quería probar la base con galletas Oreo y siempre que lo intentaba quedaban ¡con suerte! la mitad de las galletas y en la mayoría de los casos un vacío en el armario en el lugar en el que debía estar la caja.
Así que con mucha imaginación y esta combinación de ingredientes surgió esta tarta brownie que en cuanto metí en el horno sabía que iba a ser todo un exitazo.
De hecho desde que hice la masa, que está tan buena así en crudo (no sabéis lo que eché de menos probar las masas crudas durante el embarazo, creo que fue de las peores cosas) que no acabar con ella directamente a cucharadas ya es todo un acto de fe.
Una receta así no podía quedarse en pendientes cuatro o cinco largos meses mi conciencia no me lo permitía aunque por otro lado ¿quién soy yo para cargarse la operación biquini de un plumazo? Porque si las tentaciones fueran pocas por aquí asomo yo con mi tartita que parece inocente pero para nada lo es.
Y por si faltara algo le dejo el corazón extremadamente fundente ¡no hay nada que me guste más en un brownie! De hecho tuve la tentación de dejarla bastante más líquida, pero sabía que a mi marido no le iba a terminar de convencer, que iba a empezar a darme la chapa con los riesgos de dejar el huevo a medio cocinar (más cuando llega el verano) y cosas así por lo que terminé de cocinarla "casi entera"
Creo que es de las pocas veces que suplicaba para que se hubiera quedado más cruda pero aún así estoy bastante contenta con la textura y por supuesto el centro era lo último que me comía ¡porque es lo que más me gusta!
No os podéis imaginar el olor que desprende ¡es tentación en estado puro! y no sólo cuando se hornea ¡es que huele cuando está fría. Os aseguro que es quizá el postre con mejor aroma que he preparado nunca ¡si os animáis a hacerlo me vais a entender!
Y la combinación de sabores... ¡¿qué os digo que no seáis capaces de imaginar?! ¡es increíble lo bueno que está! ¡y el millón de calorías que tiene en cada porción!
Lo peor de todo es que aún puede ser más calórico porque en un alarde de agonía ocurrencia se nos ocurrió ponerle sirope de caramelo (yo) y de chocolate (mi costillo) ¡brutal! Eso sí, después dos semanas a base de lechuga todas las noches para compensar el invento y creo que aún lo tengo pegado en las caderas
Contadme qué os ha parecido si os animáis a prepararlo ¡y dad gracias que el aroma no pueda traspasar la pantalla u os tendría encandilados cual flautista de Hamelin!
Y si por casualidad alguno aún duda os dejo una foto aún más cercana de ese interior tan sumamente fundente ¿acaso no se os hace la boca agua?
¡Vamos con la receta!
Ingredientes:
Para la base:
* 20 galletas Oreo con el relleno
* 25 gramos de mantequilla (yo puse 50 y me pasé)
Para el brownie:
* 85 gramos de mantequilla
* 4 huevos
* 350 gramos de dulce de leche
* 50 gramos de cacao en polvo
* 200 gramos de harina
* 80 gramos de miel
* 12 galletas Oreo
Para la superficie:
* El resto del bote de dulce de leche
* 6-8 galletas Oreo
Elaboración:
1. Comenzamos preparando la base. Para ello picamos las galletas con el relleno hasta dejarlas reducidas a polvo. Puede ser con la picadora, con un robot de cocina o metiéndolas en una bolsa y pasando el rodillo.
Ponemos las galletas trituradas en un bol y añadimos la mantequilla derretida. Mezclamos con ayuda de un tenedor y vertemos en la base del molde (desmoldable) que vayamos a utilizar. El mío es de 23 centímetros.
Esparcimos la masa procurando que la base quede bien cubierta y haciendo un pequeño bordecito alrededor. Reservamos.
2. Ahora preparamos el relleno. Ponemos en un bol amplio la mantequilla derretida y los huevos y batimos hasta integrar .
3. Incorporamos el dulce de leche y la miel y volvemos a batir.
4. Añadimos el cacao en polvo y la harina y mezclamos lo justo para obtener una masa homogénea y sin grumos.
5. Partimos las galletas Oreo en tres o cuatro trozos, según nos gusten los tropezones de grandes y las añadimos al relleno. Distribuimos bien con ayuda de una espátula.
6. Vertemos el relleno sobre la base de galleta. Alisamos la superficie con una espátula.
7. Con ayuda de una cuchara vertemos en la superficie el resto del dulce de leche que haya quedado en el bote. Este paso se puede obviar si no te queda dulce de leche porque te lo has comido a cucharada limpia.
8. Introducimos en el horno precalentado a 180º C y horneamos unos 40 minutos. Así queda hecho por los bordes y con el centro muy líquido. Por mi gusto hubiera horneado menos aún porque me gusta el interior poco hecho, pero también podéis dejarlo unos 50 minutos y estará menos húmedo en el centro.
9. Dejamos cinco minutos dentro del horno con la puerta entreabierta, sacamos y decoramos la superficie con el resto de galletas Oreo.
El momento ideal es cuando aún está caliente porque se pinchan muy bien.
10. Dejamos enfriar por completo sobre una rejilla, desmoldamos ¡y atacamos!
Llegados a este punto entenderéis que cualquier cosa que cuente del olor o del sabor se queda corta.
Si sobrara algo, que os aseguro que salvo que seáis muchos (y os recomiendo encarecidamente que lo preparéis para compartir porque en caso contrario la báscula no será vuestra amiga en un mes al menos) va a quedar para conservarlo os recomiendo que lo envolváis en film transparente y se mantendrá blandito y conservará el mismo olorcito delicioso del primer día.
Yo lo dejé fuera del frigorífico porque aún no hacía demasiado calor pero si las temperaturas aprietan y el calor se apodera de vuestra cocina os aconsejo que lo metáis en la nevera ¡que no queremos sustos!
Me alegro de que os haya gustado el botón de imprimir receta. Si pincháis en él os lleva a una página y para imprimir tenéis que ir hasta el final y abajo del todo, en letras chiquititas de color azul, veréis que pone "imprimir receta" Si alguien tiene algún problema estaré encantada de que me lo comentéis para poder solucionar posibles adversidades.
Creo que sólo me queda despedirme hasta la próxima semana ¡que el jueves estrenamos el mes de junio! y desearos muy feliz fin de semana. La princesa Lara sigue creciendo, descubriendo e investigando todo lo que hay a su alrededor. Eso sí, para comer ¡qué mala ha salido! Puedo darle lo que quiera triturado pero entero ¡no quiere probar nada! ¡ni un triste mordisquito!
Y con la vacuna nos fue genial. Pasada la del año ¡ni una triste décima de fiebre! ¡esta niña se me hace mayor muy rápido!
Manos a la masa y ¡bon appétit!
